¿Cómo administrar bien cada euro que recibimos para los más necesitados?
Post Invitado: Alicia Angione y Guillermo González de la Torre del Departamento de Estrategia y Calidad de Manos Unidas
- Con exigentes prácticas de gestión con las que miles de personas se coordinan a diario para cumplir cada una con funciones distintas y muy especializadas.
- Ser transparentes nos obliga a hacerlo bien, pero todavía más la confianza de nuestros donantes y la misión de trabajar por los más olvidados de la Tierra.
Cuando una iniciativa tiene éxito y con el tiempo crece mucho, se vuelve imprescindible dedicar atención y recursos a gestionarla adecuadamente. Algo que parece obvio, pero que, en la práctica, muchas personas no acaban de comprender si se trata de una ONG. El fin de Manos Unidas es la lucha contra el hambre y contra las causas que la provocan. Por cada euro que recaudamos, solamente 10 céntimos van a gastos de gestión. Estos 10 céntimos se emplean en prácticas de control, análisis, seguimiento, coordinación, difusión, formación y mejora. Pero es que hacer lo contrario no es una opción y, además, sería una irresponsabilidad.
Es fácil acceder a información sobre aquello a lo que dedicamos los 90 céntimos que van directos a nuestros fines: los proyectos de desarrollo y las actividades de denuncia y sensibilización. Nuestras publicaciones y nuestros eventos hablan continuamente de ellos: aprobamos 500 nuevos proyectos cada año en más de 50 países de África, América y Asia. Historias de superación en las que comunidades y socios locales salen del olvido y de la pobreza más extrema. Realizamos más de 2.000 actividades de sensibilización cada año en nuestro país, a través de las 6.000 personas voluntarias y 160 contratadas que trabajan de manera estable en nuestros servicios centrales y en nuestras 72 delegaciones. Acciones de todo tipo que tienen lugar en plazas, colegios, universidades, auditorios, teatros, parroquias, organismos públicos, fundaciones, ferias y redes sociales.
Sin embargo, se habla muy poco de la manera en la que conseguimos coordinar tantos temas con colaboradores muy diversos ni del rendimiento de esos 10 céntimos que nos permiten mantener dicha coordinación. Nos referimos a procesos de soporte que son esenciales como la gestión económica, la atención de las personas voluntarias y contratadas, la asesoría jurídica, la informática y la tecnología, el marketing, la atención de los socios, las compras, los proveedores, la planificación o la calidad.
Con el fin de que un ecosistema como el de Manos Unidas funcione correctamente, necesitamos que cada parte tenga su función muy clara, así como administre bien los recursos que se les asignan para cumplir con sus objetivos en la forma y el plazo establecido. Por eso, para asegurar que haya orden y que haremos lo que tenemos previsto, contamos con diferentes planes, políticas, procedimientos, estándares, aplicaciones informáticas, evaluaciones y auditorías.
Dicho esto, en nuestro sector, y a diferencia de las empresas, no es suficiente alcanzar un cierto grado de profesionalidad y eficacia en la gestión. También hay que ser capaz de explicar esa gestión a todas las personas importantes que se relacionan con tu organización. No solo para que estén informadas, sino también para someternos a su revisión y a su escrutinio. Es lo que se dice ser transparente y rendir cuentas.
Aparte de nuestras publicaciones y memorias, Manos Unidas se somete anualmente a la auditoría externa de sus cuentas y cumple con la ley de transparencia que aplica a las entidades que tienen relación con organismos públicos. También mantenemos al día dos certificaciones de transparencia y buen gobierno, como son la de la Fundación Lealtad y la Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo. Además, contamos con la Calificación de la AECID que nos habilita para recibir financiación de convenios estatales. Asimismo, muchos de nuestros proyectos de desarrollo son auditados y evaluados, tanto a petición propia, como a petición de algunas empresas y organismos públicos que nos financian.
Estas auditorías y certificaciones, en concreto, nos obligan a ser inspeccionados por una empresa externa e independiente que comprueba si cumplimos unos requisitos muy exigentes. De este modo, sabemos cuál es la calidad y el rigor con el que trabajamos.
Según sea el caso, el listado de requisitos cambia y es específico sobre el tema del que vas a ser examinado. No obstante, el proceso en todos ellos es similar. Cada año, se contacta a una firma auditora a la que se envía un conjunto de datos y de documentación referido al listado de requisitos que dicha firma va a verificar si cumples o no. A continuación, un auditor o auditora visita en persona la oficina correspondiente y solicita mostrar evidencias reales sobre la manera en la que dices que cumples dichos requisitos. Puede pedir cualquier cosa, como facturas, informes, registros, actas o comunicaciones y las visitas y los envíos pueden durar días y semanas.
Al concluir, la firma elabora un informe de auditoría que señala la aprobación de los requisitos. Si los cumples todos, concede su certificado, el cual deberás renovar al año siguiente. Pero si no, la firma suspende la auditoría y así consta y se hace público.
En todos los supuestos, la firma también entrega un plan de acción que son recomendaciones de mejora en los casos en los que apruebas; o que son subsanaciones obligatorias en los casos en los que suspendes. Este plan genera cambios en todos los procesos y áreas de tu organización. Gracias a él, una ONG está siempre poniendo en marcha distintas iniciativas internas que le ayudan a tener al día sus obligaciones y a resolver a tiempo aquello relevante que no está funcionando. Un trabajo que no descansa y que forma parte de nuestra rutina laboral a base de eso que decíamos al inicio sobre análisis, seguimiento, formación y mejora.
Asimismo, para estar al corriente de las tendencias sectoriales que nos son propias, así como de los cambios legislativos que afectan a nuestra actividad, debemos trabajar intensamente en red junto a otras organizaciones similares. Solo compartiendo las preocupaciones y las buenas prácticas de cada una, podemos avanzar y aplicar todo aquello que se nos va exigiendo.
En este sentido, Manos Unidas, ha promovido junto a otras organizaciones, guías y modelos sobre temas tan diversos como la prevención del blanqueo y el terrorismo, la transparencia, la gestión de riesgos, el compliance, los planes de igualdad, los protocolos de acoso, los códigos de conducta o los canales de denuncias.
Sin embargo, al final, lo más importante de todo ni siquiera es lo que hacemos para gestionar bien los recursos. Es necesario tener antes un fin trascendente que dé sentido a lo que haces y que además perdure en el tiempo. Manos Unidas, al ser la asociación de la Iglesia Católica en España para la cooperación al desarrollo, tiene claro cuál es ese fin. En nuestro caso, promover el desarrollo de las personas más vulnerables de la Tierra. Reconociendo en cada una de ellas a un hermano o hermana que sufre y que no puedes ignorar. Reconociendo que todas somos hijas de Dios y que todas tenemos la misma dignidad ante Él. Por lo que estamos obligadas a hacer un uso responsable de esos recursos para que ellas puedan ser agentes de su propio desarrollo.
Con la seguridad, además, de que no vamos a descansar nunca hasta ver restituidos sus derechos y las condiciones de vida que se merecen. Con lo mucho o poco que tengamos en cada momento. Y, sobre todo, con el apoyo indispensable de los que confiáis en nosotras.
*Foto Cabecera: Manos Unidas, Bangladesh – CIDSE