La importancia de las Entidades No Lucrativas en la reconstrucción tras la DANA
La DANA que golpeó el este y sur de la península ibérica el pasado 29 de octubre dejó tras de sí una tragedia humana de enormes proporciones. Más de doscientas personas perdieron la vida y muchas más sufrieron el impacto devastador de las inundaciones, que no solo arrasaron hogares y bienes, sino también la sensación de seguridad y la estabilidad de comunidades enteras. En medio de esta adversidad, voluntarios y vecinos jugaron un papel fundamental, organizándose espontáneamente para rescatar a quienes lo necesitaban, limpiar escombros y ofrecer consuelo. Su solidaridad y esfuerzo representaron el primer paso hacia la reconstrucción y recordaron el poder de la acción comunitaria en los momentos más difíciles.
En este contexto, las Entidades No Lucrativas (ENL) han trabajado incansablemente para apoyar a las víctimas, demostrando su compromiso inquebrantable con las personas más vulnerables. Más allá de la respuesta inmediata, estas organizaciones están desempeñando un papel crucial en la reconstrucción a largo plazo de las comunidades afectadas, restaurando no solo estructuras físicas, sino también el tejido social, emocional y humano, esencial para la recuperación.
Acciones de respuesta inmediata
La experiencia de las ENL en la gestión de emergencias, tanto a nivel nacional como internacional, las posiciona como uno de los agentes más preparados para liderar la respuesta y garantizar que la ayuda llegue de manera eficaz a quienes más lo necesitan. Su conocimiento acumulado, su capacidad para movilizar recursos en tiempo récord y su coordinación con otros actores clave son fundamentales para enfrentar catástrofes de gran magnitud.
Muchas organizaciones han logrado redirigir recursos y personal en tiempo récord para atender las necesidades de los afectados, habilitando centros temporales que les permiten garantizar la continuidad de sus servicios a pesar del aumento exponencial en la demanda. Ejemplos destacados incluyen a Cruz Roja, Cáritas y la Orden Hospitalaria San Juan de Dios, entre otras muchas organizaciones, que han demostrado una sobresaliente flexibilidad y capacidad organizativa, movilizando voluntarios adicionales y reorganizando recursos para enfrentar la magnitud de la emergencia.
Este esfuerzo pone de manifiesto la capacidad de adaptación y la dedicación de las ENL, no solo para mantener su operatividad, sino también para ampliar su alcance en momentos de crisis.
Atención inicial en las áreas afectadas por la DANA
En los primeros momentos tras la emergencia, las ENL se movilizaron rápidamente para brindar apoyo esencial a las comunidades afectadas. Cruz Roja, por ejemplo, desplegó equipos especializados en evacuación, búsqueda y salvamento, atención psicosocial y distribución de bienes básicos como alimentos, agua y kits de higiene. Estas acciones beneficiaron a más de 223.000 personas en las primeras 72 horas, demostrando la capacidad de respuesta inmediata de la organización para atender necesidades críticas.
Cáritas centró su intervención en la identificación de necesidades prioritarias, proporcionando apoyo emocional y distribuyendo alimentos no perecederos en colaboración con voluntarios locales. Además, se enfrentó a significativos desafíos logísticos en áreas incomunicadas en los que la coordinación con las comunidades locales fue clave.
Por su parte, Acción Contra el Hambre activó su equipo de emergencias para garantizar el acceso a productos básicos de higiene, agua potable y alimentos. La organización también colaboró estrechamente con otras entidades para ofrecer servicios de apoyo psicosocial a las víctimas, subrayando la importancia de una respuesta integral en emergencias de gran escala.
Movilización de recursos locales e internacionales
Además de las acciones inmediatas llevadas a cabo en el terreno, la movilización de recursos a nivel local e internacional fue clave para sostener la respuesta humanitaria y llegar a las comunidades más afectadas
Organizaciones como Farmamundi y los Bancos de Alimentos desempeñaron un papel fundamental en la logística y distribución de recursos durante la emergencia. Farmamundi gestionó el envío de más de 5.000 kg de suministros médicos y de higiene a los centros más afectados, trabajando en estrecha colaboración con las autoridades locales para garantizar que los insumos llegaran de manera eficiente a quienes más los necesitaban.
Por su parte, los Bancos de Alimentos activaron sus redes solidarias para asegurar un flujo constante de alimentos hacia las provincias más afectadas, como Valencia, Albacete y Cuenca. Su rápida acción permitió atender a miles de personas en situaciones de extrema vulnerabilidad, destacando el valor de la colaboración y las redes de apoyo en tiempos de crisis.
Apoyo a colectivos específicos
La respuesta inmediata también puso un énfasis especial en los grupos más vulnerables, muchas organizaciones centraron sus esfuerzos en atender las necesidades particulares de los grupos más vulnerables, asegurando que nadie quedara atrás en este proceso.
Fundación Colisee brindó asistencia a personas mayores que habían perdido sus hogares y pertenencias, y actualmente se encarga de proporcionar a los afectados electrodomésticos y mobiliario básico para ayudarles a reconstruir sus vidas.
Por su parte, Save The Children ha ofrecido apoyo psicosocial y ayuda económica directa a familias con niños pequeños afectados por la catástrofe. Además, ha habilitado espacios seguros para la infancia, donde los menores pueden recibir atención psicológica y participar en actividades educativas y recreativas diseñadas para ayudarles a procesar el trauma vivido.
Farmamundi, en colaboración con la Red Aminata y la Asociación Intercultural de Profesionales del Hogar y de los Cuidados (AIPHyC), ha entregado ayudas directas por valor de 20.000 euros a mujeres en situación de vulnerabilidad, muchas de ellas madres solas con menores a cargo. Estas ayudas han permitido cubrir necesidades básicas como el pago de facturas, alimentos frescos, material infantil y ropa. Además, el trabajo previo de acción social de Farmamundi en estas comunidades ha sido clave para identificar y priorizar a las personas más afectadas.
Acciones actuales
Las Entidades No Lucrativas están desempeñando un papel fundamental en ayudar a las personas afectadas a recuperar una semblanza de normalidad en medio de las difíciles circunstancias actuales. Con el paso de los días las organizaciones fueron ampliando la distribución de recursos básicos para cubrir las necesidades continuas de las personas afectadas. Desde garantizar el acceso a recursos básicos hasta ofrecer apoyo emocional y construir redes de colaboración sólidas, su labor marca una diferencia tangible en la vida de las comunidades afectadas.
Sin embargo, la reconstrucción no es tarea de una sola entidad. Por ello, las organizaciones trabajan estrechamente con administraciones locales, otras ENL y empresas privadas para coordinar sus acciones. Estas colaboraciones no solo optimizan los recursos disponibles, sino que también fortalecen la capacidad colectiva para enfrentar desafíos futuros.
Distribución de recursos esenciales
En la actualidad, las organizaciones están consolidando sus esfuerzos para garantizar que las necesidades básicas de las personas afectadas sigan siendo atendidas. Cruz Roja ha continuado con la distribución de alimentos, agua potable, kits de higiene y alojamiento temporal, alcanzando más de 223.000 asistencias y habilitando 30 puntos de distribución en las áreas más afectadas. Además de la distribución de recursos materiales, Cruz Roja ha iniciado la entrega de ayudas económicas directas a 20.000 familias damnificadas en Valencia, con un valor total de 22 millones de euros. Estas ayudas, proporcionadas mediante tarjetas bancarias nominales, permitirán a unas 60.000 personas cubrir necesidades básicas de forma autónoma. La iniciativa, en colaboración con Caixa Popular, también busca estimular la economía local y facilitar la recuperación de las comunidades afectadas.
World Vision, en colaboración con Diaconía España, ha enfocado su intervención en proveer alimentos, productos de higiene y electrodomésticos básicos para las familias afectadas.
Acción Contra el Hambre ha complementado estas iniciativas con labores de agua, saneamiento e higiene, esenciales para prevenir enfermedades y recuperar infraestructuras. Estas acciones no solo cubren necesidades inmediatas, sino que también sientan las bases para una recuperación más sostenible, ayudando a las comunidades a restablecer condiciones básicas de vida.
Por su parte, Oxfam Intermón trabaja intensamente con colectivos vulnerables, como migrantes y pequeños agricultores, garantizando su acceso a recursos esenciales y brindando apoyo para superar las barreras económicas y sociales que se han incrementado por la emergencia.
Apoyo psicosocial y logístico
Más allá de la ayuda material, las entidades han intensificado sus esfuerzos para atender el bienestar emocional de los afectados. Fundación ANAR ha centrado su intervención en la atención psicológica a niños, niñas y adolescentes, llevando a cabo charlas en colegios, sesiones grupales y gestionando una línea de ayuda especializada para quienes han sufrido las consecuencias de la emergencia.
Por su parte, la Orden Hospitalaria San Juan de Dios ha reforzado la atención domiciliaria y el acompañamiento social, brindando apoyo integral a personas en situaciones de especial vulnerabilidad. Este enfoque asegura que nadie quede atrás en este proceso de recuperación, destacando la importancia de atender tanto las necesidades materiales como las emocionales en contextos de crisis.
Perspectiva a medio y largo plazo tras la DANA
Reconstrucción comunitaria y resiliencia
El trabajo de reconstrucción tras una emergencia no se limita a la rehabilitación de infraestructura física. Gracias a su profunda integración en el tejido social local, las ENL comprenden las necesidades específicas de las personas afectadas y adaptan sus intervenciones en consecuencia y muchas han comenzado a desarrollar planes a largo plazo enfocados en la reconstrucción integral de las comunidades y en fortalecer su resiliencia frente a futuras emergencias
Cruz Roja, por ejemplo, ha presentado un Plan de Respuesta a tres años, enfocado en contribuir a la recuperación integral de las personas y comunidades afectadas. Este plan abarca tres fases: respuesta inmediata, recuperación de la normalidad y fortalecimiento de la resiliencia. La ejecución de este programa no solo atenderá necesidades actuales, sino que también buscará garantizar el bienestar físico, emocional y social a largo plazo.
La Orden Hospitalaria San Juan de Dios prevé mantener un programa de atención integral destinado a facilitar la recuperación autónoma de las familias afectadas. Por su parte, Fundación ANAR reforzará sus esfuerzos en salud emocional infantil, abordando el impacto psicológico a largo plazo que la catástrofe ha dejado en los más pequeños.
Todas estas organizaciones coinciden en la necesidad de contar con apoyo económico y logístico para continuar sus intervenciones. Este respaldo incluye desde el fortalecimiento del voluntariado hasta la captación de fondos destinados a proyectos específicos de reconstrucción y resiliencia.
La relevancia del Tercer Sector en tiempos de crisis
El papel de las ENL en la gestión de desastres no puede ser subestimado. Su capacidad para adaptarse rápidamente, movilizar recursos y colaborar con otros actores las convierte en un pilar fundamental para la recuperación. La experiencia acumulada durante emergencias pasadas ha permitido a estas organizaciones desplegar sus estructuras con rapidez y poner en marcha estrategias efectivas que combinan la asistencia inmediata con planes a largo plazo, promoviendo no solo la reconstrucción, sino también el fortalecimiento de las comunidades.
En este contexto, resulta crucial destacar la labor de las organizaciones del Tercer Sector frente a los desafíos adicionales que enfrentan. Durante los días más críticos de la emergencia por la DANA, estas entidades no solo tuvieron que lidiar con la magnitud de la tragedia, sino también con la propagación de bulos y noticias falsas que intentaban desacreditar su trabajo. A pesar de estos obstáculos, las ENL han demostrado con hechos su compromiso y transparencia, reforzando la confianza tanto de la ciudadanía como de los beneficiarios.
El apoyo de la ciudadanía ha sido, y sigue siendo, esencial para que estas organizaciones puedan continuar con su labor. Donaciones, voluntariado y la difusión de información verificada son herramientas clave para combatir la desinformación y garantizar que las ENL sigan generando un impacto positivo en las comunidades afectadas.